La Atlantida, Mito o Realidad



Atlántida (en griego antiguo Ατλαντίς νῆσος, Atlantís nēsos, ‘isla de Atlas’) es el nombre de una isla mítica mencionada y descrita en los diálogos Timeo y Critias, textos del filósofo griego Platón.




Los escritos de Platón sitúan la isla «delante de las Columnas de Hércules»; la describen como «más grande que Libia y Asia juntas», y la señalan como una potencia marítima que 9000 años antes de la época del legislador ateniense Solón habría conquistado gran parte de Europa y el norte de África, siendo sólo detenida por una hipotética Atenas prehelénica, después de lo cual habría desaparecido en el mar posiblemente a causa de un violento terremoto y de un gran diluvio, «en un solo día y una noche terrible».

La descripción de los textos de Platón y el hecho de que en ellos parece narrarse una historia verdadera, ha llevado a que, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, durante el Romanticismo, se hayan propuesto numerosas conjeturas sobre la existencia y real ubicación de la isla. No obstante, hoy se sabe que el relato presenta anacronismos y datos imposibles, lo que descartaría su verosimilitud literal. Con todo, se admite la posibilidad de que el mito haya sido inspirado en un fondo de realidad histórica vinculado a alguna catástrofe natural.






Una expedición a la isla de Tera, situada en el mar Egeo, directamente al norte de Creta, concentró la atención en una teoría según la cual lo ocurrido en la propia Tera — que aparentemente fue destruida por una explosión en el 1500 a.C. con el consiguiente hundimiento de una gran porción de tierra— fue el desastre real que llevó a Platón a hablar de la destrucción de un continente. Es sabido que un misterioso desastre se abatió sobre la avanzada civilización cretense, aproximadamente en la misma época.


Antes, el imperio cretense era más avanzado que los que le siguieron. Poseía incluso agua corriente e instalaciones sanitarias sorprendentemente modernas, vasos de cristal de colores, cubiertos brillantes y modas muy elaboradas y precursoras en materia de vestimenta.


En la Antigüedad, Tera fue también llamada Stronghyli, que quería decir “la rotonda”, pero después de la explosión, la parte noroccidental de la isla estalló y se hundió en el mar, dejándola con la forma de una media luna. Esta explosión y las convulsiones volcánicas consiguientes, al igual que las olas de las mareas provocadas por movimientos sísmicos, pueden haber sido una de las razones de la decadencia de Creta y de su conquista por los griegos aqueos.



Sin embargo, las numerosas erupciones volcánicas ocurridas en el Mediterráneo a lo largo de los siglos, no significan que no haya ocurrido una aún mayor más allá de las Columnas de Hércules, como señala Platón. Lo interesante es que, apenas se halla cualquier territorio sumergido que pueda relacionarse con culturas arcaicas —y cada vez habrá más hallazgos, gracias a las nuevas técnicas de exploración submarina- surge la pregunta: ¿Es ésta la perdida Atlántida de la leyenda?


Porque la Atlántida, la más antigua civilización o leyenda del mundo, según cuál sea nuestro punto de vista, nunca ha dejado de fascinar a la Humanidad, como lo demuestran los miles de libros y tratados ya escritos y los que siguen apareciendo acerca de un tema cuya existencia está todavía por constatar. Y sin embargo, esta leyenda o recuerdo de la raza merece todavía hoy la atención de la prensa.

Las fuentes del relato de la Atlántida son el Timeo y el Critias, textos en diálogos del filósofo griego Platón. En ellos, Critias, discípulo de Sócrates, cuenta una historia que de niño escuchó de su abuelo y que éste, a su vez, supo de Solón, el venerado legislador ateniense, a quien se la habían contado sacerdotes egipcios en Sais, ciudad del delta del Nilo. La historia, que Critias afirma verdadera, se remonta en el tiempo a nueve mil años antes de la época de Solón, para narrar cómo los atenienses detuvieron el avance del imperio de los atlantes, belicosos habitantes de una gran isla llamada Atlántida, situada más allá de las Columnas de Hércules y que, al poco tiempo de la victoria ateniense, desapareció en el mar a causa de un violento terremoto y de un gran diluvio.

La imagen romántica de una isla fabulosa tragada por el mar, ha significado que su ubicación haya sido buscada desde la época de Platón, aunque nadie está seguro si existió realmente muchos son los investigadores que la buscaron, una empresa no del todo descabellada, pues al fin y al cabo también la Troya de Homero se creía producto de la fantasía, hasta que el arqueólogo Heinrich Schliemann la descubrió en 1903. Las ubicaciones sugeridas para la Atlántida, incluyen lugares diversos a continuación enumeraré algunas de las ubicaciones más nombradas:

Los textos de Platón señalan la geografía de la Atlántida como escarpada, a excepción de una gran llanura de forma oblonga de 3000 por 2000 estadios, rodeada de montañas hasta el mar. A mitad de la longitud de la llanura, el relato ubica una montaña baja de todas partes, distante 50 estadios del mar, destacando que fue el hogar de uno de los primeros habitantes de la isla, Evenor, nacido del suelo.

Según el Critias, Evenor tuvo una hija llamada Clito. Cuenta este escrito que Poseidón era el amo y señor de las tierras atlantes, puesto que, cuando los dioses se habían repartido el mundo, la suerte había querido que a Poseidón le correspondiera, entre otros lugares, la Atlántida. He aquí la razón de su gran influencia en esta isla. Este dios se enamoró de Clito y para protegerla, o mantenerla cautiva, creó tres anillos de agua en torno de la montaña que habitaba su amada. La pareja tuvo diez hijos, para los cuales el dios dividió la isla en respectivos diez reinos. Al hijo mayor, Atlas o Atlante, le entregó el reino que comprendía la montaña rodeada de círculos de agua, dándole, además, autoridad sobre sus hermanos. En honor a Atlas, la isla entera fue llamada Atlántida y el mar que la circundaba, Atlántico. Su hermano gemelo se llamaba Gadiro (Eumelo en griego) y gobernaba el extremo de la isla que se extendía desde las Columnas de Hércules hasta la región que por derivación de su nombre se denominaba Gadírica.

Favorecida por Poseidón, la isla de Atlántida era abundante en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco (cobre de montaña) más valioso que el oro para los atlantes y con usos religiosos (se especula que el relato hace referencia a una aleación natural del cobre). También había grandes bosques que proporcionaban ilimitada madera; numerosos animales, domésticos y salvajes, especialmente elefantes; copiosos y variados alimentos provenientes de la tierra

Tal prosperidad dio a los atlantes el impulso para construir grandes obras. Edificaron sobre la montaña rodeada de círculos de agua una espléndida acrópolis plena de notables edificios, entre los que destacaban el Palacio Real y el templo de Poseidón. Construyeron un gran canal, de 50 estadios de longitud, para comunicar la costa con el anillo de agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar el anillo exterior con la ciudadela. Cada viaje hacia la ciudad era vigilado desde puertas y torres, y cada anillo estaba rodeado por un muro. Los muros estaban hechos de roca roja, blanca y negra sacada de los fosos, y recubiertos de latón, estaño y oricalco. Finalmente, cavaron, alrededor de la llanura oblonga, una gigantesca fosa a partir de la cual crearon una red de canales rectos que irrigaban todo el territorio de la planicie

En el Mar Mediterráneo - Del relato de Platón se deduce que la civilización atlante debió florecer hace más de 12.000 años. Este dato es indecisible la exactitud no es buena en ningún caso, puesto que en aquellos remotos tiempos todavía no existía ninguna cultura evolucionada que trabajara los metales, estuviera gobernada por reyes y dominara los mares con sus barcos. En cuanto a la localización del misterioso continente, el texto del filósofo ateniense lo sitúa "más allá de las Columnas de Hércules", y esto significaba, según la concepción de la antigüedad, al otro lado del estrecho de Gibraltar, es decir, en el océano Atlántico. Pero atención, recordemos que la fábula procede de los antiguos egipcios y, para ellos, la isla perdida se llamaba Keftiu (el nombre que tenían para Creta). La fuente de información de Platón, el legislador y estadista Solón, pensaba naturalmente en griego, de modo que traduciría las indicaciones del sacerdote egipcio a su propia lengua, pudiendo producirse por esto algunos equívocos. Posiblemente los egipcios tenían en mente un lugar totalmente diferente al referido por Solón, ya que para esta civilización confinada en el valle del Nilo, el mundo conocido terminaba no ya en el Atlántico, sino en el mismo Mediterráneo.

Se conservan algunos párrafos de escritores antiguos que aluden a los escritos de Platón sobre la Atlántida. Estrabón, en el siglo I a. C., parece compartir la opinión de Posidonio (c. 135-51 a. C.) acerca de que el relato de Platón no era una ficción. Un siglo más tarde, Plinio el Viejo nos señala en su Historia Natural que, de dar crédito a Platón, deberíamos asumir que el océano Atlántico se llevó en el pasado extensas tierras. Por su parte, Plutarco, en el siglo II, nos informa de los nombres de los sacerdotes egipcios que habrían relatado a Solón la historia de la Atlántida: Sonkhis de Sais y Psenophis de Heliópolis. Finalmente, en el siglo V, comentando el Timeo, Proclo refiere que Crantor (aprox. 340-290 a. C.), filósofo de la Academia platónica, viajó a Egipto y pudo ver las estelas en que se hallaba escrito el relato que escuchó Solón. Otros autores antiguos y bizantinos como Teopompo, Plinio, Diodoro Sículo,Claudio Eliano y Eustacio, entre otros, también hablan sobre la Atlántida, o los atlantes, o sobre una ignota civilización atlántica.

La Atlántida en América - Al ser descubierto el nuevo continente surgió como es lógico una nueva teoría, ¿Podría ser América el continente descrito por Platón?, ¿era posible que las tierras descubiertas por Cristobal Colon fueran parte de la isla soñada?



La respuesta parecía ser no pues parecía muy improbable con la tecnología de la época que relataba Platón pudiesen realizarse viajes en barco a tan larga distancia y más cuando se describían flotas de 1200 barcos que conquistaban allá por donde pasaban con sus tropas. Un dato cuando menos curioso sobre esta teoría es el siguiente:
En una sesión de trance realizada en 1933, el vidente norteamericano Edgar Cayce describió de una forma colorista y fantástica la vida en aquella antigua civilización, prediciendo, además, que una parte de ella sería encontrada en el año 1968. Y en efecto, un año más tarde de lo vaticinado se descubrieron en el fondo marino frente a las Bahamas ciertas estructuras aparentemente realizadas por la mano humana. La localización de la Atlántida en esta zona ya había sido propuesta por otros investigadores, que sin duda se remitían a los datos aportados por el geógrafo romano Marcelo, del primer siglo antes de nuestra era. Según él, el continente perdido habría estado integrado por siete islas pequeñas y tres grandes, la mayor de ellas de 1.000 estadios de diámetro, lo que equivale aproximadamente a 200 kilómetros.

¿Debemos, pues, buscar los restos de la Atlántida en el Caribe? La mayor de las islas antillanas, La Española, tiene un tamaño que coincide más o menos con el calculado por el sabio Marcelo. Sin embargo, estas especulaciones tienen muy poco que ver con la descripción de Platón. Las formaciones de piedra encontradas son según los expertos tan solo una formación rocosa insólita y no tienen nada que ver con la mano del hombre y aún en el caso de ser estructuras arquitectónicas creadas por el hombre parece muy poco probable que perteneciesen a la Atlántida que relataba Platón y con casi total seguridad serían parte de una cultura megalítica aun desconocida.


Si la Atlántida hubiese existido, las tribus y razas que han poblado el perímetro a ambos lados del Atlántico lo recordarían, o al menos habría alguna referencia de ella en la memoria tribal o en los documentos escritos. En este sentido debemos dejar constancia de una curiosa coincidencia de nombres. El galés y el inglés antiguo situaron en el océano occidental el emplazamiento de su paraíso terrenal, que llamaban Avalan. Los griegos de la antigüedad situaron la isla más allá de las Columnas de Hércules y la llamaron Atlántida. Los babilonios ubicaron su paraíso en el océano occidental y le dieron el nombre de Aralu, mientras los egipcios colocaron la morada de sus almas “en el extremo occidental, y en el centro del océano” y lo denominaron, entre otros, con los nombres de Aaru o Aalu y también Amena.

Los árabes creían que el pueblo de Ad vivió antes de la gran inundación y fue destruido por las aguas como castigo por sus pecados. Las antiguas tribus del Norte de África mantenían las tradiciones de un continente situado al Oeste, y existen noticias de tribus llamadas Atarantes y Atlantioi, así como un mar actualmente seco, Attala y, naturalmente, las montañas Atlas. Cruzando el Atlántico advertimos que en las Islas Canarias (que en teoría constituyen las cumbres montañosas de la Atlántida) existen una serie de antiguas cavernas llamadas Atalaya, cuyos habitantes conservaban, incluso en la época romana, el recuerdo del hundimiento de la isla-continente.

Tanto en América del Norte como en Sudamérica, nos encontramos con una serie de extraordinarias coincidencias. La mayor parte de las tribus indígenas conservan leyendas que dicen que su origen está en Oriente o que obtuvieron los adelantos de la civilización de unos superhombres llegados desde un continente oriental. El pueblo azteca conservó el nombre de su tierra de erigen: Aztlán, y la palabra misma, azteca, es una derivación deAztlán. En el idioma azteca (náhuatl), atl significa “agua” y la misma palabra tiene igual significado en el lenguaje beréber del norte de África.



Quetzalcóatl, dios de los aztecas y de otros pueblos mexicanos, era según se dice un hombre blanco, que usaba barba y llegó al valle de México desde el océano, volviendo a Tlapallan una vez concluida su misión civilizadora. En su libro sagrado, los maya-quichés se refieren al país oriental donde en un tiempo habían vivido como si fuera un verdadero paraíso, “en el que blancos y negros vivieron en paz” hasta que el dios Hurakan (huracán) se enfureció e inundó la tierra. Cuando los conquistadores españoles exploraron Venezuela por primera vez encontraron un reducto denominado Atlán, que estaba poblado por indios blancos (o que a los españoles les parecieron blancos), cuyos antepasados eran sobrevivientes, según decían, de una tierra inundada.







Tal vez la más notable de todas estas coincidencias lingüísticas sea la que presenta el idioma inglés. El nombre mismo del océano en que nadamos, navegamos o sobrevolamos, Atlántico, podría ser un nexo de unión con la leyenda de las antiguas ciudades doradas que yacen en el fondo de las aguas. Ciertamente, la palabra proviene de Atlas, el gigante de la leyenda griega que sostenía el cielo. Pero, ¿acaso no era la propia leyenda de Atlas una alegoría de poder, el poder del imperio atlántico quizás? En griego, Atlántida significa “hija de Atlas”.


Las leyendas sobre una gran inundación y sobre la desaparición de una civilización avanzada son comunes a casi todas las razas, naciones y tribus que poseen documentos escritos o tradiciones orales. Se ha sugerido que la similitud entre nuestros escritos bíblicos acerca del Diluvio y los de Sumer, Asiría, Babilonia, Persia y otras antiguas naciones mediterráneas podrían tener su origen en los recuerdos de una gran inundación ocurrida en el Oriente Medio. Pero, ¿serviría esto también para explicar las leyendas de inundaciones que se conservan en Escandinavia, China, la India y en la gran mayoría de las tribus aborígenes del Nuevo Mundo, tanto en América del Norte como en Sudamérica?

Pero donde estan los documentos que lo probarian?
Amru, el conquistador musulmán de Alejandría, donde se hallaba la mayor biblioteca de la Antigüedad —más de un millón de volúmenes— utilizó los rollos de manuscritos de los clásicos como combustible para calentar los cuatro mil baños de la ciudad durante seis meses. Amru argumentó que si los libros antiguos contenían información ya existente en el Corán, eran superfluos, y si la que encerraban no estaba allí, no tenía valor alguno para los verdaderos creyentes.

Nadie sabe qué referencias a la Atlántida pueden haber ido a parar al agua caliente de los baños de los conquistadores árabes, ya que Alejandría era tanto un centro científico como literario. Los conquistadores españoles del Nuevo Mundo continuaron esta destrucción de antiguos documentos. El obispo Landa destruyó todos los escritos mayas que pudo encontrar en la península del Yucatán, con la excepción de unos seis que ahora se guardan en museos europeos.


Donnelly presentó al comienzo de su obra, publicada en 1882, trece proposiciones que todavía se distinguen por su fuerza, originalidad y sobre todo por su tono de absoluta certeza. Son las siguientes:


1. Que en una época existió, frente a la boca del Mediterráneo, en el océano Atlántico, una gran isla que era lo que quedaba de un continente conocido por los antiguos con el nombre de Atlántida. 

2. Que la descripción que de dicha isla hizo Platón no es fábula, como se ha supuesto durante mucho tiempo, sino historia real. 

3. Que la Atlántida fue el lugar en donde el hombre se elevó por vez primera de un estado de barbarie a la civilización. 

4. Que con el discurrir del tiempo la isla se convirtió en una nación poderosa y muy poblada. La gran densidad demográfica impulsó a los viajes, lo que hizo posible que las costas del Golfo de México, de los ríos Missisipi y Amazonas, las del Pacífico en Sudamérica, las del Occidente de Europa y África, las del Báltico, el Mar Negro y el Caspio fueran pobladas por comunidades civilizadas. 

5. Que fue el verdadero mundo antidiluviano y también el Jardín del Edén; los jardines de las Hespérides; los Campos Elíseos; los Jardines de Alcino; el Olimpo; el Asgar de las tradiciones de los pueblos antiguos; que, en fin, representa el recuerdo universal de una tierra grandiosa, donde la Humanidad primitiva residió durante mucho tiempo en paz y felicidad. 

6. Que los dioses y diosas de los antiguos griegos, fenicios, hindúes y escandinavos eran 
sencillamente los reyes, reinas y héroes de la Atlántida y que los actos que les atribuye la mitología son rememoraciones confusas de hechos históricos verdaderos. 

7. Que las mitologías de Egipto y Perú representan la religión original de la Atlántida; es decir, la adoración del Sol. 

8. Que la colonia más antigua establecida por los atlantes estuvo probablemente en Egipto, cuya civilización reprodujo la de la gran isla. 

9. Que los utensilios de la Edad del Bronce de Europa derivan de la Atlántida, y que los atlantes fueron también los primeros que trabajaron el hierro. 

10. Que el alfabeto fenicio, padre de todos los europeos, proviene del que ya se utilizaba en la islacontinente. 

11. Que la Atlántida fue el lugar de asentamiento original del gran tronco de las naciones arias o indoeuropeas, al igual que el de los pueblos semitas, y posiblemente también de las razas turanias. 

12. Que la Atlántida sucumbió en medio de una terrible convulsión de la Naturaleza, en que la isla entera se hundió en el océano, con casi todos sus habitantes. 

13. Que sólo algunas personas escaparon en barcos o balsas, llevando a las naciones de Oriente y Occidente las noticias sobre la horrible catástrofe, que han llegado hasta nuestra época bajo la forma de las leyendas de la Inundación y el Diluvio que existen en los distintos pueblos del viejo y el nuevo mundo.




La Atlántida ocupa todavía un lugar en las noticias. ¡Durante el año 1968 fue “redescubierta” dos veces! Una de ellas-en el Mediterráneo y otra en el Atlántico, frente a las Bimini, en las Bahamas, donde se dice que un templo de la isla-continente está elevándose hacia la superficie. La explicación de que la prensa haya identificado el edificio como un templo de la Atlántida está en la asombrosa coincidencia del fenómeno con la predicción hecha por Edgar Cayce en 1940, en el sentido de que en 1968 ó 1969 surgiría de las aguas, frente a las Bimini, un templo de la Atlántida.


En el período comprendido entre 1923-1944, Cayce, un investigador de parapsicología y de los fenómenos extrasensoriales, que vivía en Virginia Beach, estado de Virginia, tuvo numerosas experiencias mentales, que llamó “relatos”, y concedió abundantes entrevistas acerca de la Atlántida, en las que explicó la vida en la Isla y los cambios operados en la tierra en general. Aunque numerosas, dichas revelaciones representan sólo una parte de sus predicciones, que han determinado la creación de una fundación que lleva su nombre y de una asociación con filiales en numerosas ciudades de Estados Unidos. 


Al describir el continente sumergido, afirmó que parte de él se hallaba bajo el océano, cerca de las Bahamas y, específicamente que las Bahamas mismas eran las cumbres de la isla Poseidia, que formaba parte de la “región occidental de la Atlántida”. En 1940 Cayce señaló los años 1968 o 1969 como el momento en que habría de volver a emerger una parte de la isla desaparecida, la porción cercana a las Bimini:
“Poseidia —dijo—, será una de las primeras porciones de la Atlántida que volverán a levantarse. Se espera para 1968 ó 1969. ¡No está tan lejos!”


Una coincidencia muy curiosa ha hecho que varios edificios pareciesen estar volviendo a la superficie, frente a las Bimini y en el extremo norte de Andros. Aún no se ha determinado qué son esas construcciones ni cuál es su antigüedad. Sin embargo, lo más extraordinario acerca de su aparición es que estos misteriosos edificios submarinos han surgido en el lugar exacto que había señalado Cayce en 1940. Dos pilotos comerciales los avistaron y fotografiaron desde el aire. Uno de ellos era un miembro de la fundación Cayce que los estaba buscando y que los vio mientras volaba en uno de sus itinerarios regulares, probablemente debido a que conocía la predicción de Cayce.



Es interesante señalar que el avión ha sido un eficaz colaborador para los arqueólogos durante muchos años, ya que, en condiciones de buena visibilidad y de quietud de las aguas, ha sido posible descubrir y fotografiar desde el aire numerosos puertos, fortificaciones y ciudades antiguas.


Al sur de este punto existe una depresión llamada Lengua del Océano, que tiene una profundidad de unos 6.000 metros, lo que coincide plenamente con el “relato” de Cayce en el sentido de que las antiguas tierras de la Atlántida situadas frente a las Bimini son el punto más alto de un continente sumergido. Una primera investigación submarina ha revelado que el edificio está construido sobre una base de rocas y que las paredes han sido cubiertas por la arena, lo que hace difícil verlas bajo el agua, en tanto que resulta fácil advertirlas desde el aire, ya que los trazos rectangulares de la construcción son más evidentes. 

Dado que los edificios están ahora tan cerca de la superficie, han debido tomarse medidas para protegerlos de los cazadores de tesoros que tienen mucho menos interés en determinar su antigüedad que en la posibilidad de saquearlos.
Posteriormente se han encontrado otras ruinas submarinas cerca de otras islas del Caribe, entre ellas lo que parecía ser una ciudad completa, sumergida frente a la costa de Haití, y otra ciudad que se hallaría en el fondo de un lago. En 1968 se descubrió frente a las Bimini lo que parece ser un camino submarino (o tal vez una serie de plazas o de cimientos). Sobre la base de estos numerosos hallazgos, podría pensarse que parte del zócalo continental del Atlántico y el Caribe fue alguna vez tierra firme que se hundió durante un período en que el hombre estaba ya civilizado.


Las construcciones submarinas que están emergiendo frente a las Bimini y a Andros están siendo estudiadas actualmente para determinar si formaron parte de un complejo cultural maya o de alguno todavía más antiguo, como predijo Cayce. Si pudiera establecerse su origen maya, ello no significaría necesariamente apartarse de la teoría atlántica, ya que los mismos mayas son, al parecer de muchos, si no descendientes de los sobrevivientes de la isla sumergida, por lo menos gentes que llegaron a un nivel de civilización relativamente elevado, gracias a los atlantes; una especie de ayuda a “naciones subdesarrolladas” en versión antigua.









Es como si, comprendiendo que ahora existen mejores métodos de investigación arqueológica, el hombre moderno esperase recibir la confirmación de su propio pasado perdido y creyera que la ciencia moderna habrá de llenar las lagunas de la historia de la familia humana.


Fuente Wikipedia, escalofrio, .bibliotecapleyades

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